lunes, 19 de abril de 2010

Se prohíbe desacerté del mundo…. Pensé
Y antes de las tres de la tarde que el sol se oponga y advierta a las estrellas, el crepúsculo prematuro, que crece en medio del silencio de mis palabras.
Se prohíbe desacerse de mis gritos y encerrarme bajo llave a 40 mil años luz.
Caí en la cuenta que mi pulmonía tenia que ver con la lluvia, Llovió durante todo el lunes, como el domingo pasado, pero entonces parecía como si estuviera lloviendo de otro modo, porque algo distinto y amargo ocurría en mi corazón.
Por encima de la lluvia yo oí la voz que solía despertarme en mis insomnios,
Yo sabia ver el cielo, yo sabia que no era cuerpo humano, solo un espíritu más, yo me movía sin dirección, sin voluntad, apuntando a toda melancolía de la gente. Me sentía convertida en un espectáculo que me produjo una terrible sensación de vacío. Algo había sucedido durante la noche.
Advertí mi crueldad hacia el amor.

Yo estaba contemplando el desierto, las nubes, en la condena que doy, en los colores que son como amarte, en los martes imaginados, lunas llenas, en mis pechos enrojecidos,
Solo entonces caí en la cuenta que el agua que llegaba a mis pies, no era lluvia, no era el ritmo monótono que llevaba la lluvia hacia mi pulmonía, no no lo era: Eran justas las lágrimas misteriosas y profundas del corazón convertido en vivo que habitada en mi cuerpo...

Estoy muerta pensé.

No me sorprendería ver en mi entierro a la espinaza que es la melancolía que penetró durante meses, años, días, insomnios, vidas de calor mías, penetrando muy hondo en mis sentidos, y a la aburrida lluvia llamando al sol rojizo-rosa que se plasma en tu azotea.
Y estuvieron ahí, presentes, en mi entierro, bajo el peso del tiempo, muy presente estuvieron, las estaciones menos tu.

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